martes, 5 de noviembre de 2013

Introducción de mi Proyecto de Escritura


La lección aquí es muy simple, pero es sorprendente cuan a menudo es olvidada. Estamos tan atrapados en el mito de los mejores, los más inteligentes y los self-made que pensamos que los outliers brotan libremente de la tierra. Miramos a Bill Gates y nos maravillamos que nuestro mundo haya permitido a un joven de trece años convertirse en un emprendedor fabulosamente exitoso, pero esa es la lección errónea. Nuestro mundo solo permitió a un joven de trece años el acceso ilimitado a un terminal de tiempo compartido en 1968… si un millón de adolescentes hubiesen tenido la misma oportunidad, ¿Cuántos Microsoft tendríamos hoy?

 Malcom Gladwell (2008, p. 185)


En Chile suele comprenderse la pobreza como la carencia de dinero, midiéndola con la “Línea de Pobreza”. En sintonía, la pobreza se combate aumentando el sueldo mínimo, entregando bonos, etc., es decir, incrementando la cantidad de dinero que reciben las personas más pobres del país.

Sin embargo, hay un fuerte consenso en la comunidad científica de que la pobreza es un fenómeno multidimensional (Pacáková y Hlavsa, 2011). Así, la pobreza no puede ser comprendida como falta de dinero sino como la suma de diverso factores, tanto objetivos como subjetivos, que limitan las posibilidades de desarrollo y de logro de una buena calidad de vida de las personas (Arita, 2005). Es por esto que, lógicamente, la pobreza debe ser medida utilizando un modelo multidimensional, erradicando la utilización de la línea de pobreza.

La propuesta principal de este texto es demostrar la necesidad de cambiar la noción de pobreza como falta de dinero por una noción de pobreza como falta de oportunidades. Asimismo, se entregan las bases teóricas y algunas herramientas metodológicas para lograr una completa –y coherente- aceptación de esta nueva mirada.

Con este objetivo, se comienza por una explicitación de la necesidad de cambiar la definición de pobreza observando casos emblemáticos de países desarrollados e incluyendo la idea de Calidad de Vida. Luego se da paso al sustento científico-teórico de este cambio de mirada. En tercer lugar se sugieren dos modelos (uno cuantitativo y otro mixto) para medir la pobreza desde esta nueva óptica. Finalmente se da paso a una discusión acerca de la importancia de este cambio, de sus implicancias en la política chilena, y de la viabilidad de su aplicación en el Chile de hoy.






miércoles, 23 de octubre de 2013

Reseña Artículo 2

ARITA, Beatriz. La capacidad y el bienestar subjetivo como dimensiones de estudio de la calidad de vida. Revista Colombiana de Psicología [en línea]. 2005, vol. 14. (73-79). [Fecha de consulta: 23 de octubre de 2013]. Disponible en http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/psicologia/article/viewFile/1221/1772

Campo Disciplinar: Psicología
Audiencia: Comunidad Científica
Propósito: Trabajar conjuntamente las dimensiones de capacidad y bienestar subjetivo en la explicación de la calidad de vida de una muestra de la ciudad de Culiacán (México), integrando instrumentos relativos a la medición de indicadores objetivos y subjetivos de la capacidad, satisfacción por la vida y felicidad sentida.

Síntesis: La autora propone que la calidad de vida suele ser medida en términos objetivos dejando de lado la perspectiva subjetiva, es decir, la mirada que tienen los propios sujetos sobre su calidad de vida. Así, propone desarrollar un método de evaluación que considere ambas miradas, ponderándolas en un solo resultado.
Se plantea que el estado de bienestar ve minada su función ya que no logra propiciar el desarrollo social esperado y no logra cubrir las expectativas de la población, que tienen que ver con un ámbito cualitativo en la valoración de la vida. Sería por esto que diversas entidades tendrían interés en incorporar la subjetividad al desarrollo de las naciones. En este sentido, sostiene la autora, el well-being quedaría definido según el concepto de capacidad. Bajo este enfoque el Plan de Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD) utiliza un índice que considera los ingresos, el nivel educacional y la esperanza de vida de la población, lo que le permite definir estados de “pobreza de capacidades”. Junto a esa definición de bienestar se define entonces el desarrollo como un proceso permanente por el cual se amplían las capacidades de as personas para que puedan ejercer plenamente sus libertades y derechos, realizando todo su potencial productivo y creativo.

La autora sugiere que sería necesario, entonces, generar un modelo integral de explicación del desarrollo social que haga referencia a la calidad de vida, tomando en cuenta lo planteado en su revisión bibliográfica. Así, las capacidades se explicarían desde lo objetivo y desde lo subjetivo; desde lo objetivo se hace referencia a la capacidad material (ingreso monetario) y la capacidad física (salud, cobertura de necesidades fisiológicas) y desde lo subjetivo se hace referencia a las capacidades intelectuales que la socialización y la educación proporcionan, las capacidades emotivas y de adaptación al entorno y las habilidades mentales y sociales del individuo. Estas capacidades, en conjunto, serían lo que permite al individuo funcionar en la vida, dándole seguridad para elaborar expectativas y metas para su existencia.

En una segunda parte del texto, la autora utiliza cuatro instrumentos para medir la calidad de vida de una muestra de sujetos de Culiacán (México): [1] un cuestionario de identificación que incluye edad, género, estado civil, ingreso familiar y escolaridad, entre otros indicadores objetivos de la capacidad, [2] una escala de capacidades que evalúa la creencia de capacidad del individuo para afrontar la vida, que considera salud, educación, estatus social, capacidad laboral, seguridad, cultura, etc., [3] un índice de satisfacción que incluye una escala personal (que evalúa satisfacción sobre la situación económica, salud, logros, relaciones personales, seguridad presente y futura, etc.) y nacional (que evalúa satisfacción con la situación económica, calidad del medio ambiente y situación social) y [4] una escala de felicidad (De cero a diez, ¿Qué tan feliz se siente Ud.?).

Luego, la autora expone el proceso técnico de integración de estos cuatro instrumentos en uno solo, que tenga buena estructura factorial y una confiabilidad adecuada. Para lograr esto se propusieron 32 reactivos, agrupados en Satisfacción Local, Satisfacción Personal, Apoyo Social, Capacidad Subjetiva, Capacidad Objetiva y Salud. Finalmente, se concluye que la consistencia interna de los factores, y la correlación significativa de cada uno de los reactivos de cada factor, dan sustento para fortalecer el modelo explicativo de la calidad de vida, es decir, la consideración de capacidad  y bienestar subjetivo son útiles para el estudio de la calidad de vida. 

Conclusión: Este artículo hace un buen aporte técnico-teórico al estudio de la calidad de vida. Además, agrega los conceptos de capacidad y bienestar subjetivo para el estudio de tal fenómeno. Se observa que la noción de calidad de vida expuesta es muy similar al concepto de pobreza según algunos autores.

Así, este texto se constituye como sustento teórico para la comprensión de la pobreza o calidad de vida como fenómenos multi dimensionales y complejos, agregando además la noción de la necesidad de utilizar indicadores objetivos y subjetivos. Finalmente, la autora no se queda en el plano teórico, sino que genera un instrumento que, tomando cuatro instrumentos preexistentes confiables, logra la meta de poder medir la calidad de vida usando indicadores objetivos y subjetivos.




sábado, 31 de agosto de 2013

Ensayo Breve: La Pobreza Como Falta de Oportunidades

La Pobreza Como Falta de Oportunidades

¿Cuántas veces has pensado “si tuviese más dinero, sería más feliz”? ¿Cuántas veces has dudado del refrán “el dinero no compra la felicidad? Pareciera que existen buenos argumentos para defender las ideas detrás de estas preguntas: los ricos de este país parecen tener mejor calidad de vida. Pueden comer bien, pueden pagar servicios de salud que tú ni siquiera imaginas, viven en casas varias veces más grande que lo necesario, pueden viajar, etc. En Chile parece comprenderse la pobreza como la carencia de dinero, midiéndola con la “Línea de Pobreza”, y en sintonía con esto se combate aumentando el sueldo mínimo, entregando bonos, etc. Yo propongo, en cambio, que la pobreza sea comprendida como “Falta de Oportunidades”.

En primer lugar, ¿Qué significa exactamente “falta de oportunidades”? A mi parecer significa la imposibilidad de tener el mismo punto de partida que el resto, es decir, comenzar la vida desde una posición intrínsicamente peor que algunos. Recordemos a Malcom Gladwell, escritor del afamado libro “Outliers”[1], quien sostiene la tesis de que el éxito no se debe exclusivamente al talento, el esfuerzo y dedicación, las buenas ideas o los genes, sino que se debe a una serie de oportunidades. Llama especialmente la atención el caso de Bill Gates (quién fuese el hombre más rico del mundo en su momento), a quién Gladwell entrevista. Gates es una persona talentosa y dedicada pero sobre todo es una persona que tuvo las oportunidades para el éxito: desde nacer en el momento histórico correcto, pasando por estar en uno de los pocos colegios con computador en su época, hasta vivir cerca de una universidad que tenía un computador y estaba dispuesta a prestarlo a unos chicos de la educación secundaria. Es así también como se comprende que muchas familias inmigrantes tuvieron éxito económico en países como Chile a pesar de no llegar con dinero: llegaron con habilidades, costumbres, conocimientos y una visión diferente que les entregó mayores posibilidades que a otros que comenzaban con la misma cantidad de dinero.

En segundo lugar, comparto la célebre frase de Gustavo Petro, alcalde de Bogotá: “País desarrollado no es aquel donde los pobres tienen carro, sino aquel donde los ricos usan el transporte público”[2]. Esta frase está estrechamente ligada a la tesis de pobreza como falta de oportunidades: en un país realmente desarrollado, las oportunidades básicas (como el transporte) son de tal calidad que son utilizadas y aprovechadas por ricos y pobres, sin diferencias. Pero, ¿Cuales son las condiciones de los países más desarrollados en la realidad? Veamos algunos indicadores. Según un informe de las Naciones Unidas[3] el “top five” de los países más felices es: Dinamarca, Finlandia, Noruega, Países Bajos y Canadá (Ver Tabla 1). ¿Qué tienen en común esos países que los hace los “más felices”? No es el Producto Interno Bruto donde tienen el ranking 32°, 36°, 25°, 17° y 11° respectivamente[4]. Alguien perspicaz podría sugerir que no es la riqueza sino la distribución de la riqueza lo que importa. Esto se mide tradicionalmente con el “Coeficiente Gini” que compara los ingresos de los más ricos de un país con los más pobres. En este ranking los países más felices ocupan los puestos 18°, 8°, 2°, 8° y 39°, respectivamente[5]. Se puede observar que hay una relación, ya que los 5 países ocupan al menos una posición dentro del top-40 en los indicadores mencionados, pero claramente tiene que haber algo más. Según el informe de las Naciones Unidas citado, “la libertad política, redes sociales fuertes y la ausencia de corrupción, en conjunto, son más importantes que el ingreso para explicar el bienestar. En el nivel individual, salud mental y física, alguien con quien contar, seguridad laboral y familias estables son cruciales”.

Tabla 1

Informe ONU Felicidad
PIB
GINI
Dinamarca
32°
18°
Finlandia
36°
Noruega
25°
Países Bajos
17°
Canadá
11°
39°



Entonces, ¿Por qué seguimos comprendiendo la pobreza como falta de ingresos? Hay quienes sostienen que la pobreza, por haber sido medida tradicionalmente con la “Línea de pobreza”, debe seguir siendo comprendida así para poder realizar comparaciones. Entre quienes defienden esta idea encontramos al Ministerio de Desarrollo Social, que sostiene que “La utilización de esta misma metodología desde 1987 ha permitido la construcción de indicadores comparables a lo largo del tiempo, haciendo posible evaluar su evolución. Además su amplia aplicación a nivel internacional permite la comparación de la situación con la de otros países. Este método (…) mide pobreza e indigencia en términos absolutos. Esto es, los límites entre quienes son pobres o indigentes y quiénes no lo son  se definen en relación a mínimos de satisfacción de necesidades básicas en el caso de la pobreza, o alimentarias en el caso de la indigencia”[6]. Podemos ver que esta definición de pobreza es errónea en cuanto queda determinada por el indicador utilizado para medirla, más que por sus características intrínsecas o esenciales. Es claro que los métodos o técnicas deben ser definidos en relación a los fenómenos que estudian, y no al revés. Además, es evidente que si el fin es mantener la posibilidad de comparar se puede continuar usando este indicador, la línea de la pobreza, pero que esto no es incompatible en ningún caso con cambiar la noción de pobreza y por lo tanto cambiar la forma de combatirla y medirla.

En síntesis, se puede ver que en Chile la pobreza ha sido comprendida como falta de ingresos. Se plantea la necesidad de cambiar esta noción de pobreza a una que la comprenda como “falta de oportunidades”, lo que se apoya en dos argumentos: por un lado, hay evidencia de que la cantidad de dinero que una persona tenga no es tan importante como otras ventajas (educación, cultura, formación: oportunidades), y por el otro, hay evidencia de que mayores ingresos, e incluso mejor distribución de la riqueza, no significan directamente mayor bienestar (habrían otros factores implicados, que planteo como “oportunidades básicas”). Hay quienes creen que mantener la noción de “falta de ingresos” es positivo en cuanto permite realizar comparaciones y evaluar cambios, pero esto ha sido refutado en tanto se plantea un problema de orden lógico en ese argumento: no parece correcto definir un fenómeno en relación a un indicador para medirlo.

Cambiar la noción de pobreza como se propone es de suma importancia ya que influye directamente en como combatir la pobreza. Hoy en día en Chile se asume que la pobreza debe ser combatida aumentando los ingresos de los pobres (ya sea aumentando el sueldo mínimo, entregando bonos o subvenciones, etc.). Una noción de pobreza como “falta de oportunidades” probablemente cambiaría ese actuar, orientándolo más hacia entregar servicios básicos –transporte, salud, recreación- de tal calidad que todas las personas se encuentren en igualdad de condiciones básicas.




martes, 13 de agosto de 2013

Actividad 2: Comentario sobre columnas de opinión

Hemos revisado tres columnas de opinión sobre la pobreza en Chile. La primera, "Desigualdad en Chile (...)", plantea que el principal problema en Chile, más que en la pobreza en sí misma está en la desigualdad entre ricos y pobres. Esta columna se centra en el argumento de que el promedio del nivel de ingreso puede ser bueno, pero que esconde diferencias extremas.

La segunda columna, "Una nueva cara (...)", también habla sobre la desigualdad entre ricos y pobres, pero esta vez aporta el hecho de que esa diferencia es también emocional: los pobres son más infelices, se sienten más solos, se sienten vulnerados, etcétera.

Por último, la columna "La Falacia del Termómetro (...)" trata acerca de cómo el uso de la encuesta CASEN como medidor de la pobreza es erróneo en tanto solamente mide la capacidad de adquirir bienes, siendo un medidor unidimensional. Los autores de esta última columna proponen el uso de algún mecanismo de medición multidimensional, que considere los gastos de las personas, su calidad de vida, sus posibilidades de tener una educación, vivienda y salud, etcétera.

Pero, a pesar de ésta mirada crítica de las tres columnas sobre la pobreza y la desigualdad en Chile, parecen estar dejando algo afuera: ¿Es acaso el dinero lo único que importa?

Como dijo Gustavo Petro, alcalde de Bogotá: “País desarrollado no es aquel donde los pobres tienen carro, sino donde los ricos usan el transporte público”[1].  En mi opinión, el foco de la política pública debe ser el de crear las mismas oportunidades para sus ciudadanos: sistemas públicos de salud, transporte y educación de excelencia, subsidios de viviendas de buen nivel, fomento de actividades culturales, etcétera. Con las mismas oportunidades, las diferencias –tanto monetarias como emocionales o espirituales- se irán acortando progresivamente.  


miércoles, 7 de agosto de 2013

Actividad 1: Presentación



Mi nombre es Joaquín Daher y soy estudiante de cuarto año de Psicología. Mis intereses académicos se centran principalmente en la psicología laboral, especialmente en las áreas de gestión de personas y recursos humanos, y además tengo un gusto especial por el psicoanálisis. Mis intereses del ámbito no académico son variados e incluyen la práctica del basketball, realizar actividades outdoor, tocar varios instrumentos musicales, cocinar y leer. 

Mi motivación para realizar este curso se basa en que durante  mi carrera he tenido la necesidad de escribir muchísimo y no me siento cien por ciento preparado para esta tarea, principalmente por una gran deficiencia en la ortografía que lamento bastante, ya que leo bastante y no he logrado traspasar las habilidades lectoras a la escritura. Es por esto que mi principal objetivo es superar esa dificultad en la ortografía y así nivelar mis habilidades.