La Pobreza Como Falta
de Oportunidades
¿Cuántas
veces has pensado “si tuviese más dinero, sería más feliz”? ¿Cuántas veces has
dudado del refrán “el dinero no compra la felicidad? Pareciera que existen
buenos argumentos para defender las ideas detrás de estas preguntas: los ricos
de este país parecen tener mejor calidad de vida. Pueden comer bien, pueden
pagar servicios de salud que tú ni siquiera imaginas, viven en casas varias
veces más grande que lo necesario, pueden viajar, etc. En Chile parece comprenderse
la pobreza como la carencia de dinero, midiéndola con la “Línea de Pobreza”, y
en sintonía con esto se combate aumentando el sueldo mínimo, entregando bonos,
etc. Yo propongo, en cambio, que la pobreza sea comprendida como “Falta de
Oportunidades”.
En
primer lugar, ¿Qué significa exactamente “falta de oportunidades”? A mi parecer
significa la imposibilidad de tener el mismo punto de partida que el resto, es decir, comenzar la vida desde una posición intrínsicamente peor que algunos.
Recordemos a Malcom Gladwell, escritor del afamado libro “Outliers”[1],
quien sostiene la tesis de que el éxito no se debe exclusivamente al talento,
el esfuerzo y dedicación, las buenas ideas o los genes, sino que se debe a una
serie de oportunidades. Llama especialmente la atención el caso de Bill Gates
(quién fuese el hombre más rico del mundo en su momento), a quién Gladwell
entrevista. Gates es una persona talentosa y dedicada pero sobre todo es una
persona que tuvo las oportunidades para el éxito: desde nacer en el momento
histórico correcto, pasando por estar en uno de los pocos colegios con
computador en su época, hasta vivir cerca de una universidad que tenía un
computador y estaba dispuesta a prestarlo a unos chicos de la educación secundaria.
Es así también como se comprende que muchas familias inmigrantes tuvieron éxito
económico en países como Chile a pesar de no llegar con dinero: llegaron con
habilidades, costumbres, conocimientos y una visión diferente que les entregó
mayores posibilidades que a otros que comenzaban con la misma cantidad de
dinero.
En
segundo lugar, comparto la célebre frase de Gustavo Petro, alcalde de Bogotá:
“País desarrollado no es aquel donde los pobres tienen carro, sino aquel donde
los ricos usan el transporte público”[2]. Esta
frase está estrechamente ligada a la tesis de pobreza como falta de
oportunidades: en un país realmente desarrollado, las oportunidades básicas
(como el transporte) son de tal calidad que son utilizadas y aprovechadas por
ricos y pobres, sin diferencias. Pero, ¿Cuales son las condiciones de los países más desarrollados en la realidad? Veamos
algunos indicadores. Según un informe de las Naciones Unidas[3] el “top five” de los países más felices es:
Dinamarca, Finlandia, Noruega, Países Bajos y Canadá (Ver Tabla 1). ¿Qué tienen
en común esos países que los hace los “más felices”? No es el Producto Interno
Bruto donde tienen el ranking 32°, 36°, 25°, 17° y 11° respectivamente[4]. Alguien
perspicaz podría sugerir que no es la riqueza sino la distribución de la riqueza lo que importa. Esto se mide tradicionalmente
con el “Coeficiente Gini” que compara los ingresos de los más ricos de un país
con los más pobres. En este ranking los países más
felices ocupan los puestos 18°, 8°, 2°, 8° y 39°, respectivamente[5]. Se
puede observar que hay una relación, ya que los 5 países ocupan al menos una
posición dentro del top-40 en los indicadores mencionados, pero claramente
tiene que haber algo más. Según el informe de las Naciones Unidas citado, “la libertad política, redes sociales fuertes y la ausencia de
corrupción, en conjunto, son más importantes que el ingreso para explicar el
bienestar. En el nivel individual, salud mental y física, alguien con quien
contar, seguridad laboral y familias estables son cruciales”.
Tabla 1
Informe ONU Felicidad
|
PIB
|
GINI
|
|
Dinamarca
|
1°
|
32°
|
18°
|
Finlandia
|
2°
|
36°
|
8°
|
Noruega
|
3°
|
25°
|
2°
|
Países Bajos
|
4°
|
17°
|
8°
|
Canadá
|
5°
|
11°
|
39°
|
Entonces, ¿Por qué seguimos comprendiendo la pobreza como falta de ingresos? Hay quienes sostienen que la pobreza, por haber sido medida tradicionalmente con la “Línea de pobreza”, debe seguir siendo comprendida así para poder realizar comparaciones. Entre quienes defienden esta idea encontramos al Ministerio de Desarrollo Social, que sostiene que “La utilización de esta misma metodología desde 1987 ha permitido la construcción de indicadores comparables a lo largo del tiempo, haciendo posible evaluar su evolución. Además su amplia aplicación a nivel internacional permite la comparación de la situación con la de otros países. Este método (…) mide pobreza e indigencia en términos absolutos. Esto es, los límites entre quienes son pobres o indigentes y quiénes no lo son se definen en relación a mínimos de satisfacción de necesidades básicas en el caso de la pobreza, o alimentarias en el caso de la indigencia”[6]. Podemos ver que esta definición de pobreza es errónea en cuanto queda determinada por el indicador utilizado para medirla, más que por sus características intrínsecas o esenciales. Es claro que los métodos o técnicas deben ser definidos en relación a los fenómenos que estudian, y no al revés. Además, es evidente que si el fin es mantener la posibilidad de comparar se puede continuar usando este indicador, la línea de la pobreza, pero que esto no es incompatible en ningún caso con cambiar la noción de pobreza y por lo tanto cambiar la forma de combatirla y medirla.
En
síntesis, se puede ver que en Chile la pobreza ha sido comprendida como falta
de ingresos. Se plantea la necesidad de cambiar esta noción de pobreza a una
que la comprenda como “falta de oportunidades”, lo que se apoya en dos
argumentos: por un lado, hay evidencia de que la cantidad de dinero que una
persona tenga no es tan importante como otras ventajas (educación, cultura,
formación: oportunidades), y por el otro, hay evidencia de que mayores
ingresos, e incluso mejor distribución de la riqueza, no significan
directamente mayor bienestar (habrían otros factores implicados, que planteo
como “oportunidades básicas”). Hay quienes creen que mantener la noción de
“falta de ingresos” es positivo en cuanto permite realizar comparaciones y
evaluar cambios, pero esto ha sido refutado en tanto se plantea un problema de orden
lógico en ese argumento: no parece correcto definir un fenómeno en relación a
un indicador para medirlo.
Cambiar
la noción de pobreza como se propone es de suma importancia ya que influye
directamente en como combatir la pobreza. Hoy en día en Chile se asume que la
pobreza debe ser combatida aumentando los ingresos de los pobres (ya sea
aumentando el sueldo mínimo, entregando bonos o subvenciones, etc.). Una noción
de pobreza como “falta de oportunidades” probablemente cambiaría ese actuar,
orientándolo más hacia entregar servicios básicos –transporte, salud,
recreación- de tal calidad que todas las personas se encuentren en igualdad de
condiciones básicas.
Joaquín, te dejo mi comentario respecto a tu ensayo:
ResponderEliminarEl ensayo en general me pareció sumamente interesante. En cuanto al formato propiamente tal debes cuidar el uso de distintos párrafos cuando te refieres al mismo tema, como en el caso de los dos últimos párrafos que hablan de lo mismo, tus conclusiones acerca del tema elegido. Por otro lado haces buen uso de conectores que hilan los párrafos entre sí ayudando al lector a seguir el ritmo de lectura.
Tu tesis se entiende claramente al ser presentada como título y al ser mencionada en la introducción.
Aparece un problema en el segundo párrafo donde debieses exponer tu primer argumento, la verdad es que no se define claramente cuál es el argumento que utilizas sino que más bien defines lo que a tu parecer es la falta de oportunidades. Tal vez deberías tratar de formular de mejor manera tu argumento en este párrafo para poder comprenderlo de manera directa y no "entrelíneas".
En el caso de tu tercer párrafo esta situación cambia. Se lee claramente que propones que en países desarrollados hay menos pobreza porque hay más oportunidades para todos (Aquí claramente he resumido tu argumento pero algo así es lo que entendí).
Para terminar, la elección de contraargumento la encontré acertada ya que su refutación ayuda a tu tesis y la fortalece.
Saludos,
Margarita Cox